23 de marzo de 2013

Una fría tarde de invierno.

Su mirada se perdía en el horizonte, allí donde el mar terminaba. Los restos de las olas que una vez habían sido más fuertes mojaban sus pies, hundiéndolos, poco a poco, en la tierra mojada. Un escalofrío le helaba todo el cuerpo cada vez que el agua avanzaba. Un cuerpo que hacía mucho tiempo ya que había perdido su calor. La brisa le acariciaba sus mejillas, como si fuera algo más que aire en movimiento. Brisa marina. Esa brisa que te hace sentir. Entonces cerró los ojos. Decidió olvidarse de todo por un instante para vivir aquella sensación. Aquella sensación de que, junto al mar, todo iba bien. De que la brisa cuidaría de ella. El mar siempre había sido su hogar. 
Allí podía estar tranquila.
Allí nadie la encontraría. 
Allí podía ser ella misma.
Empezó a recordar todo lo que había vivido junto a aquella orilla. Mil historias. No todas ellas felices. Hundida en sus recuerdos, cualquier recuerdo era mejor que su presente. 
Se dejó llevar. Cuando abrió los ojos estaba tumbada en la orilla de su playa favorita, con las olas mojándole las piernas. 
Se prometió que no se levantaría hasta que algo en su interior cambiara. 
Hasta que dejara de sentir ese vacío constante.
Tenía motivos por los que luchar, todo el mundo tiene algún motivo.
Simplemente, aún no era el momento.


¡Hola a todos! Vuelvo por aquí para Pascua, y espero que vosotros también volváis (espero comentarios :3).
¡Muchísimas gracias a todos!

9 comentarios:

  1. Un texto precioso! Mi libertad también es el mar.
    besos

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  2. Ana, no vengas a admirarme a mí cuando tú escribes así de bien.
    Porque este texto es increíble.
    Me has despertado las ganas de sentir el agua del mar en los tobillos y la brisa marina en la cara.

    Te admira, en serio,
    S.

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  3. Ana, no vengas a admirarme a mí cuando tú escribes así de bien.
    Porque este texto es increíble.
    Me has despertado las ganas de sentir el agua del mar en los tobillos y la brisa marina en la cara.

    Te admira, en serio,
    S.

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  4. ¡Ana! Creo que todos estamos volviendo aquí, a nuestro hogar. Llevo como dos meses desaparecida y hoy, por fin, puedo decir que he vuelto.
    Me alegra volver a pasarme por aquí y ver que nos sigues enamorando con tus increíbles historias. Por un momento he podido escuchar el ir y venir del agua del mar, he podido sentir esa brisa que tan bien describes.
    Puede que todavía no sea el momento para seguir el camino pero, tarde o temprano lo será.

    Gracias por escribir tan sumamente bien.
    (besos
    con sonrisas)

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  5. Necesitaba encontrar su libertad para echar a volar sus principios y afianzar su auto-confianza. Todos deberíamos probarlo.
    Gotas de lluvia desde http://hazbrillaratusonrisa.blogspot.com.es/
    M.

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  6. Ay, pero qué ganas de repente de ir a una playa solitaria y caminar por la orilla como si nada más importara. Y la culpable, como no, eres tú.

    Me encanta esto de que estés activa en blogger, es como para dar una fiesta jajajaja
    Se te echaba mucho de menos :)

    Un besazo,
    Yaiza.

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  7. Siempre pensaré que estar en la playa y sola es la mejor manera de relajarse e intentar encontrarse a una misma.

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  8. LO LINDO QUE ES EL MAR, ¿COMO NO QUERER ESTAR AL LADO DE EL..? ME ENCANTA LA ENTRADA, SUPONGO QUE A VECES ESTAR UN TIEMPO A SOLOS NOS DEJA PENSAR EN MUCHAS COSAS. UN BESO. MUCHA LUZ!

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  9. No sé que tendrá el mar, de verdad, ultimamente leo muchas entradas sobre ese tema, y son todas preciosas, como esta. Creo que encandila, para bien o para mar, porque perderse en sus aguas puede ayudar a encontrarse o a perderse del todo.
    Te sigo.

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Un blog sin comentarios es como un mar sin brisa marina.